Hemos llevado a cabo una actividad en clase que a cualquiera le hace reflexionar sobre esta pregunta. Simulamos un juicio real, en el que el lenguaje era acusado de ser sexista. La clase fue dividida en grupos: abogados defensores, abogados fiscales, cada uno con sus respectivos testigos, jurado y prensa.
Nuestro grupo tomó el cargo de fiscales, desde el que hemos podido reflexionar y concluir en lo siguiente:

      En un principio teníamos ciertas dudas de cómo llevar a cabo el trabajo y de si lo que defendíamos, el sexismo en el lenguaje, tenía sentido; puesto que los argumentos que se nos venían en un principio a la mente se centraban en la diferenciación de género y de sociedad. Por lo que se puede decir, que nos costó encontrar argumentos para defender nuestra postura.

     Una vez que entramos en materia, fuimos resolviendo dudas en cuanto  a las demostraciones, y encontramos el camino a seguir y nuestra meta. Una de las herramientas fundamentales que nos ayudó a disolver nuestras dudas ya meternos en el papel que teníamos que representar, el de fiscales, fue la “Guía Mal”.

      Además, nuestra mentalidad al comienzo de esta práctica era bastante negativa, ya que veíamos más argumentos en contra de nuestra postura que a favor; viendo más claro las posturas en contra, ya que es mucho más cotidiano defender a la sociedad que al lenguaje. Poco a poco nos fuimos creyendo nuestro papel y a saber llevar a cabo nuestro proyecto.

      Al elaborar este trabajo hemos podido apreciar claramente ciertas diferencias en el lenguaje. Algunos ejemplos aparecen en la RAE, donde se  aprecian definiciones sexistas como es el caso de los términos padre y madre, ya que en ellos aparecen acepciones que no se corresponden con la realidad; o la escasez de recursos lingüísticos, al no estar contemplados términos como “matrón”.

      La gente recurre al diccionario para aprender palabras, lo que da como resultado la creación de mitos, ideas falsas, y aprender definiciones no relacionadas entre significado y significante. Por ejemplo, cuando un extranjero recurre al diccionario de la RAE, encuentra que el término “mujer” incluye el de “prostituta”, lo que nos puede llevar a plantearnos, ¿esa es la imagen que damos de nuestro país, de nuestra sociedad y de nuestra mentalidad? A lo que se puede añadir a la reflexión, el cambio, es decir, hay que tener en cuenta los valores que queremos transmitir a las generaciones futuras, si deben seguir con los errores del pasado.

    Como última parte, concluiremos diciendo  que la lengua es una realidad en continuo cambio. No hay que olvidar que la lengua evoluciona en cada época para responder a las necesidades de la comunidad que la utiliza, de ahí que en una sociedad como la nuestra, en la que se demanda una mayor igualdad entre los sexos, la lengua no solo ha de reflejar esa igualdad, sino contribuir a ella. Y aunque encontramos una gran igualdad entre el hombre y la mujer en nuestra sociedad, creemos que el lenguaje tiene que avanzar en gran medida.

     En cuanto al desarrollo de ésta actividad, todas coincidimos en que es una forma muy activa para tratar un tema que en principio puede parecer aburrido. Es decir, el lenguaje sexista puede tratarse mediante diferentes metodologías, pero pensamos que ésta dinámica nos ha conducido a documentarnos sólidamente para poder defender nuestra postura con firmeza. De éste modo, la competitividad sana ha favorecido la adquisición de muchos conocimientos sobre el tema en cuestión sin darnos prácticamente cuenta.